Una nueva luz al final del túnel: Design Thinking
Si queremos hablar de design thinking podríamos definirlo como la metodología para generar ideas innovadoras que centran su eficacia en entender y dar solución a las necesidades reales de los usuarios. Proviene de la forma en la que trabajan los diseñadores de productos. De ahí su nombre, que en español se traduce de forma literal como “pensamiento de diseño”, aunque realmente significa “la forma en la que piensan los diseñadores”.
Reconocer que design thinking es indispensable para la innovación sólo lo hace más atractivo y deseable para todos aquellos que desean innovar de corazón: la lucha por ser actual, creativo y efectivo es constante en el mundo profesional. Sin embargo, hay ciertas características diferenciales básicas para su proceso.
Te presentamos aquí 5 puntos vitales que deberás tomar en cuenta si deseas empezar a aplicar design thinking en tu día a día. No olvides leer el artículo completo en la edición 15 de Insights para poder conocer más a profundidad este tema.
Ser empático con el usuario: es decir, conocerlo a fondo. Hay que saber bien qué necesitan. Este conocimiento llega a través de la observación, de descubrir qué quieren y qué necesitan en verdad, cómo se relacionan e interactúan entre ellos y con los productos/servicios. Sólo de esta manera podemos conseguir llegar al usuario de una manera orgánica y natural.
Trabajo en equipo: Pone en valor la capacidad de los individuos de aportar singularidad.
Prototipar: Es el nuevo must de todo proceso creativo. Sea a través de diagramas, esquemas o construcciones, prototipar es una ventana abierta que nos permite no sólo explorar todas las dimensiones del problema, sino también ver un campo más amplio de soluciones. Se trata de tangibilizar nuestras ideas, para que al verlas desde varios ángulos, encontremos aquellos nuevos caminos que se buscan.
Tolerancia al fracaso: si bien esto es un requerimiento de la vida, aquí lo es todavía más. Design thinking involucra muchas veces volver a empezar una vez aprendidas las lecciones del primer intento, por agotador que pueda ser. Saber aceptar el fracaso como parte del proceso y no esperar solucionarlo todo la primera vez es vital. No se trata de fomentar los errores, sino de poder nutrirse de ellos.