¡No más Design Thinking! ¡Queremos Forward Thinking!
En una de esas interesantes charlas con Gustavo Sorzano, a las 4 de la tarde, en su piso del Edificio Horizontes, muy bien denominado así porque desde la terraza tiene una increíble panorámica de Bucaramanga, el maestro se esforzó por dejarme muy claro que el Design Thinking no tenía futuro y que si había algún «Thinking» que podría darnos soluciones para los problemas reales de la sociedad actual, era el «Forward Thinking». Me habló de la capacidad de preveer el impacto que las nuevas tecnologías podrán tener en la realidad latinoamericana.
Esa misma tarde, mientras esperaba mi vuelo a Bogotá, consulté en internet sobre Forward Thinking. No encontré tanto como esperaba. Sin embargo sí encontré un pequeño artículo escrito hace varios por Brad Smith en Bizjournals.com. Utilicé los nombres de sus 7 formas de entrenarse como Pensador de Futuro y agregué varias ideas:
1. Une a tu equipo alrededor de objetivos que estén relacionados con una visión
Este punto tiene que ver con que las organizaciones deben verse como un equipo que está en un juego colaborativo. Es decir, un juego en el que, o todos ganan o todos pierden. En este caso, un factor clave es que todos los integrantes del equipo conozcan varias cosas del juego:
– El objetivo común: meter goles y no dejar que les metan goles.
– Las reglas: hay un gol cuando la pelota entra en uno de los marcos, el partido se acaba luego de 90 minutos, etc.
– Los roles: yo soy el arquero, soy el único que puede tomar el balón con la mano; soy la última esperanza para que los contrarios no marquen el gol, etc.
Y si esto es así, ahora podremos preguntarnos:
2. Aprende de otros
En este caso, si se desea tener una mirada hacia el futuro, es muy buena idea seguir a aquellos que están liderando la adopción de nuevas tecnologías, visiones, metodologías, etc. Esta ha sido prácticamente una constante en la vida de los grandes inventores, quienes estaban muy al tanto de los avances que estaban haciendo colegas aventajados en su materia.
3. Recuerda la regla de 3
Una idea nunca está lista si no ha pasado por tres versiones diferentes. Siempre pregúntate: ¿Cómo podría hacer para que esta maravillosa idea sea aún más poderosa? ¿Para incrementar sus beneficios en el futuro? Hazlo una vez para tener la segunda versión de la idea. Hazlo nuevamente para tener la tercera versión. Y si te sientes con suficiente energía creativa, hazlo nuevamente…
4. Toma riesgos, patea llantas y experimenta
Ni siquiera las mentes innovadoras más privilegiadas pueden preveer todos los detalles y cambios que implica la ejecución de una idea. Por esta razón, muchos expertos coinciden en sugerir que se pase a la acción muy rápidamente. Iniciar la ejecución, incluso antes de que tengamos la versión perfecta de la idea, aporta mucho al proceso innovador. De hecho, visto de esta manera, el proceso de ejecución termina haciendo parte del proceso de ideación. La idea cambia, se optimiza, a medida que se va llevando a la realidad.
Una nueva visión: ¡Ejecutar es idear!
Pero esto no es una apología a la improvisación. No significa entrar en un torbellino de ejecución de ideas incompletas. Se trata de ubicar el punto ideal en el que el trabajo de escritorio ya no aporta lo suficiente y hay que buscar otras formas para incrementar el poder de la idea.
Hay maneras de iniciar la ejecución de una idea con bajo riesgo y con espacio para realizar ajustes. Esto se llama prototipar. Pilotear, si se quiere.
Prototipar es encontrar formas de ejecutar una idea o, al menos, algunas de sus partes fundamentales, en un entorno controlado. Y re-pensar la idea con la información recolectada durante el experimento.
Esto es de vital importancia cuando se trabaja en innovación real, es decir, en desarrollar cosas realmente nuevas. En este caso, no se cuenta con información previa (el uso de ese mismo producto en otro mercado, el desempeño de un producto muy parecido, etc.) de manera que el riesgo de fracaso es mayor. Prototipar disminuye el riesgo porque nos provee una visión más aterrizada de lo que puede ser el desempeño de nuestra idea en el entorno real.
5. Abandona el control
El control total es una ilusión. Por eso, la vía ideal de crecimiento es a través del trabajo en equipo. Y esto exige tener confianza en las capacidades del otro para solucionar los problemas. Si dejas de estar controlando el trabajo de los demás y abres espacios de confianza, estás abriendo también la puerta a la posibilidad de ser gratamente sorprendido por la capacidad creativa del equipo.
Claramente, esta forma de hacer las cosas trae el beneficio de la «multiplicación de los cerebros». Más gente aportando creativamente, aumenta las probabilidades de que se puedan solucionar los problemas.
Pero el otro gran beneficio es que tu cabeza se «libera» para poder imaginar, para poder crear nuevas cosas. Tu principal labor como estratega será crear espacios en los que las grandes ideas puedan surgir y convertirse en realidad. No pienses que puedes hacerlo todo. Finalmente no lograrás ejecutar a la velocidad requerida y bloquearás tu capacidad creativa para imaginar las próximas rutas a seguir.
6. Lee y observa
Quizás todos los desarrollos revolucionarios, que han sido aprovechados en forma de innovaciones rentables por parte de los empresarios, fueron previstos y anunciados por agudos visionarios. Aquí y allá siempre hay pistas de lo que viene. Tener ojos abiertos y oídos despiertos siempre produce cosas buenas. Incluso, aunque no te provea la idea genial del próximo hit de mercado, el cerebro va cambiando y haciéndose más grande (de manera figurada, por supuesto)
7. Destina tiempo exclusivo para pensar en el futuro
La temprana caminata matutina, la jornada de pensamiento solitario en un café, la obligada pausa en el avión, son momentos maravillosos para imaginarte a ti mismo (o tu organización) en el futuro. ¿Cómo será este mercado en algunos años? ¿Cómo quisiera que fuera? ¿Cómo podría ayudar a que se convierta en lo que quiero? ¿Cómo podría ser la mejor versión de mi organización en el futuro? ¿Cuál sería la versión 2.0, 3.0 o 10.0 de mi producto?
Estos juegos mentales abren posibilidades y activan algo en el interior del innovador, aumentando así, las probabilidades de que aparezcan -durante la caminata o en los meses posteriores-, ideas llenas de futuro.
Hazle trampa al día a día y busca una manera de asegurar momentos de «desconexión» para conectarte con el futuro.
Conclusión
No estoy seguro de que estas rutas para convertirse en Pensador de futuro sean compartidas por la ilustre mente del maestro Sorzano, pero creo que expresan varias de las cosas que hemos experimentado quienes hemos estado apoyando procesos de innovación en el mundo real. Y es cierto, en muchos casos uno siente que el Design Thinking (o MACROS, para quienes siguen WakeUpBrain) responde más a una necesidad de tranquilizar la conciencia de quienes han sido influenciados más por la forma de pensar de la primera revolución industrial que por la nueva y flamante cuarta revolución industrial: esa necesidad de tener un proceso formal, con pasos claros, que podamos repetir una y otra vez, y siempre nos produzca los resultados esperados.